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Niño de 12 años será alumno de la UNAM

Por primera vez en su historia, la UNAM matriculó a un niño de 12 años en la Facultad de Ciencias.

El primer niño estudiante de la máxima casa de estudios se llama Carlos Antonio Santamaría Díaz, quien ya había cursado algunas materias en la Facultad de Química, el Centro de Ciencias Genómicas y el Instituto de Investigaciones en Materiales, así como  cursó diplomados e hizo prácticas.

La mañana del 6 de agosto, iniciará su semestre, y seguramente será el único alumno que vaya de la mano de sus padres hasta la puerta del aula.

Carlos es un estudiante de alta capacidad cognitiva, que advirtió una primera metáfora: “sólo quiero estudiar; si me cierran las puertas, me meteré por las ventanas”.

El reto será de todos los días: luchar contra el escepticismo ante sus capacidades y desempeño, pues también será la primera ocasión que sus compañeros, docentes y la comunidad universitaria tengan en territorio puma a un alumno de licenciatura tan joven. Será un crecimiento colectivo.

Universitario excepcional

La UNAM conoció a Carlos en 2015, a punto de cumplir nueve años de edad, cuando se aventuró, cursó y concluyó módulos en dos diplomados: uno sobre química analítica; y otro en bioquímica y biología molecular para la industria farmacéutica, que imparte la FQ.

Hoy ha robustecido su vocabulario, gesticula, dibuja en el aire con sus manos al hablar y lo delata en todo momento su risa infantil. Está feliz. “Es el sueño de tres o cuatro años cumplido, el ‘medio fin’ que queríamos alcanzar, así como terminar la secundaria, la prepa… pero se siente muy bien haber alcanzado esto”.

De manera convencional, Carlos debería tener su primer día de clases uniformado, en secundaria, pero será universitario, en el nivel superior. “Realmente quiero empezar, no quiero tener expectativas porque casi siempre es diferente, me ha pasado. Elegimos la UNAM porque aquí comenzó todo”.

La mayor dificultad para llegar finalmente a las aulas de la Facultad de Ciencias, recordó, es “que mis papás convencieran a las personas de que me dejaran hacer los exámenes de secundaria y bachillerato, porque decían que seguramente era puro cuento”.

Reconoció que el examen de admisión fue muy duro: “Ya ves que trae cálculo, y yo todavía no me metía muy bien a integrales; entonces, de las 15 preguntas que saqué mal seguramente fue una de ahí, pero ahora he estudiado más y ya le entiendo bien”.

¿Cómo te enteraste que fuiste aceptado en esta Universidad? Carlos hizo memoria: “Es toda una historia. La noche anterior había llovido muchísimo y se fue la luz, queríamos checar los resultados, entonces mi papá conectó el módem a la corriente de la batería del coche, y así nos enteramos. Muy de mañana, mientras mi papá buscaba el folio yo daba vueltas alrededor de la mesa. Lo mínimo para entrar eran 103 aciertos, vi el folio y tenía 105, estaba aceptado”.

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