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Patty Ibarra cumple 30 años sobre los escenarios

Patty Ibarra es una cantautora originaria de León y con probado éxito en la frontera mexicana y en el vecino país del norte.

De manera independiente ha grabado cinco producciones discográficas y tiene el “honor” de que en la Línea de Fuego se pueden encontrar copias piratas de las primeras dos de ellas, que son “Ganas” y “Me falta el aire”. A veces el éxito se mide en las copias piratas.

Con un reconocimiento del Senado de la República por su trayectoria, y ser considerada dentro del proyecto “Alfombra Verde” del Instituto Municipal de la Juventud como una de las 30 figuras más destacadas de la ciudad; y en su honor estamparon su rostro en un graffiti urbano, Patty Ibarra celebra 30 años en los escenarios que coinciden justamente con el “Día del Músico”.

Pero la autora de “Mi cachito” o “sábanas vacías” tiene otras pasiones además de la música, entre ellas, su gusto por los deportes al grado de que alguna ocasión participó en la Carrera de los Barrios.

A mí la educación física me encanta, también hacer ejercicio; recuerdo el jadeo de mi mamá mientras yo corría y ella iba detrás de mí en bicicleta apoyando lo que hacía; participé varias veces en la Carrera de los Barrios y ella me llevaba agua y naranjas cuando corría”.

Otro dato que muy pocos de sus seguidores conocen es que durante 10 años formó parte de los scouts y portó la pañoleta del Grupo IV de León.

Fueron los scouts quienes le dieron una lección de vida que aplica siempre: dejar el mundo mejor de como lo encontramos.

Eso lo apliqué en la escuela, mejoramos muchas cosas, luego la música, con mi familia y mis amigos; y como cantante sabemos que el que tiene el micrófono manda; así que desde el micrófono siempre he tratado de que los demás dejen el mundo mejor de lo que lo encontraron porque así me formaron en los scouts, así me formé en la vida”

De la mano de la música

La música siempre ha estado presente en la vida de María Patricia Ibarra Naveda, hermana mayor de cuatro hermanos, originaria de León desde hace 45 años.

Su abuela le decía que cantaba bonito. Y no estaba equivocada.

Si los papás les decimos a los hijos que es un tonto, seguro será un tonto; pero si le dices que es un campeón también seguramente lo será: depende del impulso que le des. Mi mamá me decía que era una fregona y me la creí, yo me siento como una campeona y una guerrera y eso quiero trasmitir” dijo entre sonrisas.

A la edad de 10 años ingresó a un coro, ahí descubrió que le gustaba cantar y tenía las facilidades para ello, así que insistió a su mamá, Rosa Naveda Ortega, que le permitiera desarrollarse en el mundo artístico.

Yo quería cantar en grupos musicales y mi mamá no me dejaba, ella decía ‘cuando tengas 13 años’, luego llegaron los 13 y me dijo ‘cuando tengas 14’; y pasó lo mismo cuando cumplí 14, me dijo ‘cuando tengas 15’ pero cuando los cumplí obviamente tampoco me dejó”.

A esa edad, un amigo le contó que tenía un compromiso para el día 22 de noviembre y necesitaban una cantante. Aprovechando que todavía estaba en el coro, le dejó una carta a su mamá diciendo que ella quería cantar en el grupo versátil. De la Central Camionera tomó la ruta 1 para ir en casi dos horas de camino hasta Vivar.

Debutó así en una fiesta de Santa Cecilia, la patrona de los músicos, el 22 de noviembre de 1989. Lo recuerda a la perfección porque ese día se sintió realizada, y por el regaño épico de su mamá.

Pasado el enojo, madre e hija hablaron, ella insistiendo en que quería ser cantante y la mamá optó por apoyarla.

Ella me dijo que si quería eso entonces me iba a acompañar. A partir de ahí yo cuento los años que tengo sobre los escenarios. A mí me pagaron 130 pesos por cantar, que era lo mismo que mi papá (Juan Ibarra Pérez) se ganada en toda una semana de zapatero. Mi mamá dijo: ‘me hubieran explicado cómo estaba el pago desde antes’ y así que desde entonces festejo cada 22 (de noviembre)”

A partir de entonces estuvo en varios grupos versátiles como “Amatista”, “Los Melódicos de Rosalío Esparza”, Banda Filtro; entre otros.

Entre el deporte y el canto

Pero su mamá le aconsejó que además continuara con sus estudios, tal vez pensando en que un día se olvidaría de cantar.

Al ser la mayor de cinco hermanos, Patty Ibarra fue en gran parte el sostén de su familia así que no tuvo la posibilidad de estudiar fuera de León.

Yo no podía irme aunque fuera a estudiar; mi papá enfermo, en la casa se necesitaban otras cosas, así que opté por estudiar en León.

Acabé la carrera en la licenciatura en Educación Física, el CESE estaba atrás de la deportiva del estado”

Ejerció su carrera a la par con las presentaciones musicales durante 13 años.

Primero trabajó como maestra en comunidades rurales en Guanajuato como El tejaban y La Trinidad en aulas al aire libre. Para llegar ahí hacía un viaje diario de 3 horas; tomaba el camión de la central en León, llegaba a Guanajuato y tomaba otro en la glorieta de Santa Fe; cuando se bajaba – si es que el camión no llegaba hasta la comunidad – tenía que hacer un recorrido a pie de una hora con 50 minutos. Todos los días, de lunes a viernes. Lo mismo era de regreso. Así pasaron 2 años.

En el año 2 mil recibió su plaza en la ciudad de León, en la secundaria federal número 10, que está en Bulevar Francisco Villa y calle Egipto. Su estancia ahí fue hasta el año 2009; de modo que se cumplieron 10 años de que por cuestiones de salud y para dedicarse de lleno a su carrera profesional tuvo que dejar la escuela.

Extraño mucho a mis niños; ser maestro es una profesión que yo respeto mucho porque se que hay mucho sacrificio”.

De hecho, yo quería seguir como maestra y en los escenarios; pero en el año 2007 tuve una infección en la garganta porque mi día era en la mañana ensayar, en la tarde trabajar y en la noche cantar y presenté una infección muy fuerte, hasta me dijeron que tenía problema de nódulos en la garganta y que me iban a operar”.

Por fortuna para ella sólo requirió medicamentos, pero le dejó una decisión difícil de tomar: o la educación física o el canto.

“A mí me encantaba estar con los chavos, algunos me decían que también querían ser cantantes; me gusta estar con ellos porque son de una vibra muy positiva”

“Teníamos un equipo de handball y otro de canto; y pues en los dos le dábamos con muchas ganas y fue muy padre porque realmente era una experiencia muy bonita estar con los chavos; si yo, como cualquier persona, tenía problemas en casa, o con mi pareja o que si las deudas; pero estar con ellos era diferente, ¡pobre de mí si faltaba a la escuela porque no me lo perdonaban!”

En ambas actividades utilizaba la voz, ya fuera cantando o bien dando indicaciones; por eso su problema en la garganta fue una situación que la preocupó y la hizo reflexionar ya que además del cansancio acumulado de al menos seis años tenía estrés por situaciones emocionales.

Al recibir la noticia de que no era necesaria la intervención quirúrgica, en el año 2008 Patty Ibarra tomó la decisión de entregarse por completo a su carrera, a pesar de que en el 2003 ya había sacado su primera producción discográfica (Ganas) y otra en el 2006 (Me falta el aire).

Luego de eso se estableció por siete años en los Estados Unidos, y dada la cercanía, Tijuana se convirtió en su segunda casa; de hecho en los próximos días le tienen preparado un homenaje por aquellas tierras.

Han pasado 10 años de que dejó la docencia, pero extraña a sus niños, en esta década se ha encontrado a varios de ellos en conciertos o por la calle.

Propone un nuevo Género Musical

Patty Ibarra cuenta con cinco producciones discográficas, la primera de ellas fue “Ganas” (2003), “Me falta el aire” (2006); “Sin lado izquierdo” (2009); “Los milagros continúan” (2011” y el último “no te rajes Corazón” 2014 donde fueron covers.

Cuando la gente le pregunta qué genero musical canta, ella lo definió creando una nueva corriente.

A mi género yo lo llamo “Balpoptrov”, tomé las tres primeras letras de cada género que interpreto y así lo hice, ya lo patentamos por decirlo así, es un concepto que yo lo metí como género y hay algunos reportajes en Chihuahua en donde ya se habla de ello”

A mí nunca me ha gustado encasillarme, si no me ha gustado nunca encasillar el rollo de hombre/mujer, pobreza/riqueza; pues mucho menos me interesa encasillar lo que son los géneros musicales; si nace a uno cantar una ranchera pues que la cante, o tocar una cumbia que lo haga; yo inicié como versátil y seguí mi camino pero he cantado casi de todo”.

Por cierto, como dice el dicho, Patty no canta nada mal las rancheras.

Por eso define su estilo como “Balpoptrov”: en sus composiciones hay balada, pop y trova.

Justo el día del músico Patty celebra tres décadas de cantar, en un camino que no es sencillo y en donde aseguran que “de la música no se vive”; ella mantuvo una idea fija en meta: ser artista.

Hay algo que me caracteriza: ser muy terca en lo que hago. Cuando hicimos la producción de “Ganas” lo hice con mucha gente muy talentosa, estaba Juan Pablo Hernández, Eliezer Enriquez; entre otros muchos que siempre me han apoyado; una vez Juan Pablo dijo que me ayudaba o tocaba conmigo porque vio en mí algo, que según dijo, los demás no tienen: Patty hace las cosas que quiere, pero las hace bien, con disciplina, pero sobre todo cree en lo que hace”

En esos años Patty confesó que continuaba su formación como artista y fue precisamente con Juan Pablo Hernández de quien aprendió a escuchar otros géneros musicales, perfeccionó ritmo; desertó el sentido musical. Así llegaron otros como Francisco López, Gabriel Muniz “El Gaucho”, Gabriel Hernández de quienes reconoce fueron sus maestros en diferentes momentos de su crecimiento.

La independencia de su carrera

En Patty Ibarra: el arte va primero.

Aunque cuenta con algunos patrocinadores, la mayoría de sus producciones las ha solventado ella; entonces, ¿se puede o no se puede vivir de la música?

Yo hablo por lo que me ha pasado, y no solo en la música sino en todo, a mí me ha ido bien porque he querido que me vaya bien; he hecho lo posible y hasta lo imposible para que me vaya bien y no nada más a mí sino a mi familia”

“Tuve alguna vez un bar (el X-O) luego me di cuenta que no era lo mío; y de mi trabajo dependen personas como músicos; para mí es un mito de que la música no se puede vivir, por el contrario”.

Sus palabras tienen todo el sustento porque se forjó a base de esfuerzo y mientras algunos salían a los antros a divertirse ella lo hacía para trabajar; de Antropía se iba a contrapunto, de ahí a Guanajuato y de la capital a fiestas donde iba a amenizar.

Hay etapas en las que una va mejorando su estilo, dijo Patty Ibarra, y aunque ya no hace todos los recorridos como antes, si tiene el mismo compromiso de entregarse al público.

Cuando alguien se le acerca y le pregunta precisamente que si se puede vivir de esta profesión, ella responde que depende de sus ganas y esfuerzos.

Yo les digo que van a ganar lo que ellos quieran, como ellos quieran, porque se va a valorar el trabajo y las ganas; yo he dado conciertos a beneficio de instituciones sin cobrar nada, luego la vida se encarga de regresar; pero hay que vivir agradecidos, no pensando en cuánto se va a ganar sino en lo feliz que eres al hacer lo que te gusta”

“Yo creo que el arte que uno tiene hay que pasarlo a los demás, y agradecer por todo, a la vida, a mis padres por apoyarme siempre”, concluyó.

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