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Oleada de arte urbano, el museo gigante de León

“Antes les decía que se fueran a rayar a su casa”, dice una leonesa que ha cambiado su percepción de arte en aerosol

‘Lupita’ era de esas personas que no comulgaban con la idea de que las expresiones urbanas, plasmadas con aerosol, fueran arte. Lo recuerda mientras que el cráneo de una calavera le observa las espaldas. Es uno de sus murales favoritos en la Deportiva ll, una colonia ubicada en una zona conflictiva, en donde también predomina el arte urbano leonés.

Su nombre es María Guadalupe Ríos Solano, tiene 68 años y se desempeña como tesorera en el comité de colonos. De pie frente al rostro esquelético, se sonroja cuando recuerda las palabras que pasaban por su mente al ver a los jóvenes dispuestos a cambiar la imagen de la primera barda que se encontraran en su camino.

“La verdad, con mucho respeto, uno decía ‘ay no, ¿cómo no pintan en su casa? Y ahora sí ya, poco a poco está cambiando todo. También los chavos ya se representan mejor … hace muchos años eran garabatos lo que pintaban y se molestaba uno”.

La ciudad se ha convertido en un museo gigante con lienzos de concreto, metal y materiales varios. Cuando ‘Lupita’ sale de su colonia, le resulta imposible no voltear a ver el panteón San Nicolás o el Malecón de Río o cualquiera de los murales que adornan las calles de la ciudad: luchadores, personajes de animación, futbolistas, animales, nuestras raíces.

“El grafiti es un arte, joven. Para mí, mis respetos a los muchachos. Es un arte que ellos con su pintura se representan y, por ejemplo, ya ve en el panteón que están muy bonitos. Yo sí los apoyo porque para mí es una forma de que los jóvenes utilicen su tiempo en algo productivo, en lugar de estar robando”.

Algunos de los trabajos que rompen con la monotonía de las bardas de ladrillo y la paleta de colores de la ciudad, han sido documentados en el libro digital “Creatividad urbana, el arte en las calles de León”, financiado por el Instituto Municipal de la Juventud que ha invertido alrededor de un millón 200 mil pesos en el impulso al arte urbano.

«No quiero puras letras«

A pocos kilómetros de la señora ‘Lupita’, la entrada de una casa que fue adaptada como fábrica de calzado, es custodiada por una sirena que es tragada por un pez de colores llamativos y formas estrambóticas. Frente al domicilio se encuentra Lalo, amigo del artista de pseudónimo desconocido. Su papá es el dueño de la barda.

El dueño de esta propiedad nunca le ha tomado demasiada importancia al grafiti. Así responde su hijo cuando se le pregunta de la visión de su padre respecto de esta forma de expresión artística. Aun así, hubo una condición para permitir que la entrada de su casa fuera convertida en un lienzo.

“Yo le di permiso a mi amigo para que pintara aquí en la barda. Pero primero le tuve que decir a mi papá porque él es el dueño de la fábrica. Cuando le comenté me dijo que sí estaba de acuerdo, pero que no quería letras como las de aquí a lado”, lo dice señalando la cortina de un negocio en donde algún grafitero dejó su rastro.

En estos tiempos son cada vez más las personas que han cambiado su percepción hacia las formas de expresión urbana. Sin embargo, persiste dentro de la naturaleza del arte que surge de las calles, un tinte de ilegalidad que no a todos les agrada. Pero que dicen también, no resulta nocivo para la urbanidad.

MEJZ*

Gamaliel Reyes Ramírez

Coincido con Hugo Black: "La prensa es para los gobernados, no para los gobernantes". Reportero desde el año 2013 con experiencia en prensa, radio y televisión. Inclinado por el periodismo social y los derechos humanos. Creo que la crónica es la reina de los géneros periodísticos. Cofundador de Con/Texto Guanajuato podcast.

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